Cuaresma en puertas…

El miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos inician con la imposición de la ceniza el tiempo establecido para la purificación del espíritu.
Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición del hombre pecador, que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo para con él. Con este mismo signo comienza el camino de su conversión que culminará con la celebración del sacramento de la Penitencia, en los días que preceden a la Pascua (FFPP 21).

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¿Qué tengo que hacer?


«Yo os digo a los que me escucháis:
Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os odien,
bendecid a los que os maldigan,
rogad por los que os difamen.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman.

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Cuaresma en lontananza

La celebración anual de la cuaresma es un tiempo favorable, durante el cual se asciende a la santa montaña de la Pascua.

El tiempo de Cuaresma, con su doble carácter, prepara tanto a los catecúmenos como a los fieles en orden a la celebración del misterio pascual.
Los catecúmenos se encaminan hacia los sacramentos de la iniciación cristiana, tanto por la «elección» y los «escrutinios», como por la catequesis;
los fieles, por su parte, dedicándose con más asiduidad a escuhar la Palabra de Dios y a la oración, y mediante la penitencia, se preparan a renovar sus promesas bautismales.
(FFPP 6).

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