Para una contemplación tras la Epifanía

Señor Jesús:

Apareció una estrella,
rutilante por el fuego,
blanca por la luz,
agradable de contemplar,
deseada por la esperanza,
admirable por la novedad,
terrible por su significado.
La magnitud de su esplendor
asustó inmediatamente
a la obstinada curiosidad de los Caldeos,
y superada la antigua superstición
de las costumbres de los babilonios.
Magos perspicaces comprendieron
como yacían en las tinieblas
y que si no se interesaban
por la naturaleza de las luces visibles,
ignorarían al autor de la luz.
Dejando de lado el orgullo de los pueblos de Asiria,
hombres estudiosos,
siguiendo indicios celestiales,
descubrieron la posibilidad de adorar a Dios
entre los hombres.

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