La luz de Cristo (Oriens) ilumina e iluminará,
porque El que nace, aunque pase por el valle de la muerte,
brilla sereno para el linaje humano.
Hoy cantamos:
<Oh radiante amanecer del Oriente,
esplendor de la luz eterna, Sol de justicia:
ven, brilla en aquellos que viven en la oscuridad
y en sombras de muerte>.
Y pedimos al Espíritu el don de la iluminación,
el don de ciencia.