Para este sábado…

Dios inefable,   
que de tal modo quisiste honrar en este mundo   
a la madre de tu unigénito Hijo,   
que nos revelaste por el Espíritu Santo   
el misterio de la Inmaculada Concepción   
de la misma Virgen María,   
concédenos creer por la fe en este misterio   
y orar desde la tierra como nos mandó el mismo Señor Jesucristo:  
Pater noster… 
 (Plegaria hispano-mozárabe)

En la memoria de María, madre de santa Esperanza:
«Desde la era apostólica, la Liturgia es atraída hacia su término por el gemido del Espíritu en la Iglesia:
«¡Maranatha!» (1 Co 16,22).
La liturgia participa así en el deseo de Jesús:
«Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros…
hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios» (Lc 22,15-16).
En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su herencia,
participa ya en la vida eterna,
aunque «aguardando la feliz esperanza
y la manifestación de la gloria del Gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo» (Tt 2,13).
«El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!…¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22,17.20)”.
(Catecismo 1130)

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