La orientación,
en El espacio sagrado de Pavel Evdokimov


<El rectángulo central del templo se llama nave,
siendo el Arca de Noé la figura profética de la Iglesia.
Un templo es el barco lanzado a los espacios,
que se dirige hacia el Oriente.
La Didascalia de los apóstoles, citando el salmo 67/68:
“Dios que cabalga sobre los cielos del Oriente”,
y los Hechos (1, 11):
“Cristo volverá como le habéis visto ascender”,
nos muestran el origen de la oración dirigida hacia Oriente:
es la espera de la vuelta del Señor:
“Como el resplandor que viene de Oriente, así aparecerá el Hijo del Hombre” (Mt 24, 27).
Ello significa que toda oración, cuando está bien orientada, es espera 
y, por lo tanto, en su intención última, siempre es de naturaleza escatológica.
“Como el resplandor que viene de Oriente”,
así Cristo es el “Sol de Justicia”, y el “Oriente” (Zac 3, 4),
y por eso el altar está dirigido hacia levante;
por el contrario, la puerta de salida está situada al occidente, hacia el ocaso,
mostrando el espacio amorfo de la oscuridad, la tierra no evangelizada, e incluso el infierno.
La profesión de fe en la dirección de Oriente se opone a la abjuración frente a Occidente.
La oración hacia el Oriente distingue así el cristianismo de la oración judía hacia Jerusalén
y de la oración musulmana hacia la Meca.
Al entrar, se va al encuentro de la luz,
se está en el camino de la salvación que lleva hacia la ciudad de los santos y tierra de los vivos
en donde el Sol luce sin ocaso.
El eje polar vertical y el eje horizontal de los cuatro costados del mundo
sintetizan el espacio en forma de cruz con seis direcciones;
centrados sobre el Centro divino constituyen el número sagrado del siete,
según Clemente de Alejandría.

Sigue leyendo