Anáfora eucarística hispano-mozárabe
de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo
Es justo y necesario, Padre todopoderoso
darte gracias con todas las fuerzas,
por la abundante gloria de tus apóstoles Pedro y Pablo,
que les concediste por tu gran amor
en forma de gracias muy diferentes;
los hiciste discípulos de tu Unigénito y maestros de los pueblos.
Ellos, a causa de la predicación del Evangelio,
aunque presidan en el reino de los cielos,
fueron encerrados en la estrechez de la prisión.
Recibieron la potestad de perdonar los pecados
y son amarrados con cadenas de hierro.
Realizan curaciones, y soportan enfermedades.
Someten a los demonios, y son flagelados por los hombres.
Alejan a la muerte, y huyen ante los perseguidores.
Caminan sobre el mar, y se fatigan en el trabajo.
Trasladan montes con su palabra
y se ganan su comida con el trabajo de sus manos.
Los que han de juzgar a los ángeles,
son sometidos a interrogatorios.
Viven con Dios, y corren peligros en el mundo.
Cristo, al final de su vida, les sirve y lava sus pies,
y sus rostros son abofeteadas por las manos de sus ultrajadores.
Nada dejaron de aguantar quienes soportaban las dificultades,
nada faltó en la corona de los vencedores.
Si nos preguntamos qué sufrimientos aguantaron en los tormentos
para dar testimonio de la verdad de la fe,
debemos reconocer que su martirio a menudo fue agobiante;
si se trata de gestas maravillosas,
hicieron por Cristo, cuanto había hecho el mismo Cristo;
si se trata de penalidades
soportaron todo lo que la condición mortal imponía,
lo mismo que Cristo aceptó voluntariamente la muerte:
ellos por la fuerza de Cristo, éste por su propia fuerza.
Probaron la misma doctrina con la autoridad del Maestro
aunque no igual que él.
Pedro cumplió a su tiempo
lo que había prometido antes de tiempo.
Entregó su vida por Aquél que no había creído negar;
se dejó llevar por la ligereza de su espíritu, impulsado por el amor,
sin calcular lo que decía y sin entender
que el siervo no podía dar su vida por su Señor
antes de que el Señor entregase la suya por su siervo.
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