Oriens… Amanecer


La Anunciación, cuyo relato escuchábamos ayer,
nos revela las primeras palabras de María.
Hoy oremos releyendo las siete palabras que los evangelios
recogen de los labios de la Madre del Señor:

I. ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lucas 1,34)

II. He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra (Lucas 1,38)

III. La paz esté contigo (Lucas 1,40)

IV. Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me llamarán bienaventurada
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre. (Lucas, 46-55)

V.  Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando (Lucas 2,49)

VI. No tienen vino (Juan 2,3)

VII. Haced lo que Él os diga (Juan 2,5)

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