Purísima había de ser…


Icono de la Virgen del Signo, venerado antes de la Navidad

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<Es digno y justo, santo y hermoso, 
sumo e inefable Dios nuestro,  
que te alabemos con las mayores alabanzas  
a que podamos llegar.  
Tú admirable en tus santos,  
eres más admirable en la Concepción inmaculada  
de la Bienaventurada Virgen María.  
Aquellos se rigen por la ley común y la providencia,  
éste es ensalzado de un modo singular,  
pues cuando toda la descendencia de Adán hubo caído,  
sólo María quedó en pie.  
¿Qué podemos decir, pues,  
para afirmar la fe en el misterio  
y robustecer la piedad de los fieles,  
tan pobres y pequeños como somos,  
sino todo lo que hemos oído desde la cuna  
y nuestros padres nos enseñaron:  
lo que pronunciaron nuestros labios no manchados  
cuando éramos niños,  
miles de veces con lengua balbuciente,  
decimos hoy también frecuentemente  
y encontramos todavía escrito sobre nuestros dinteles:  
«Ave María purísima; sin pecado concebida»?

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