Ven Enmanuel

Ant. «Oh Emmanuel,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!»

 

Pedimos al Santo Pneuma el don de temor de Dios.

 

«El temor de Dios es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos.
Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho.
El Salmo 34 nos hace rezar así: «El afligido invocó al Señor, Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege» (vv. 7-8).
Pidamos al Señor la gracia de unir nuestra voz a la de los pobres, para acoger el don del temor de Dios y poder reconocernos, juntamente con ellos, revestidos de la misericordia y del amor de Dios, que es nuestro Padre (Papa Francisco).

 

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Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre».
Y todos se quedaron maravillados.
Cf. Lc 1,57
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Vayamos preparando algún material para rezar en la Cena y Comida de Navidad.
Una pequeña imagen de Jesús Niño con una Luz en el centro de la mesa
nos pueden ayudar a dar sentido a estas Navidades «tan especiales».
Nos reuniremos en familia para recordar lo que creemos:
Dios mismo se hizo de nuestra familia humana.
Recordemos en la oración a los que están solos,
a los enfermos en los hospitales,
sus familiares
y a todo el personal sanitario y de servicios básicos.

 

 

Un resumen preciso sobre la identidad del que celebramos en Navidad
lo ofrece el Compendio del Catecismo (n. 88):
«el Concilio de Calcedonia enseña que
«hay que confesar a un solo y mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo:
perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad;
verdaderamente Dios y verdaderamente hombre,
compuesto de alma racional y de cuerpo;
consubstancial con el Padre según la divinidad,
consubstancial con nosotros según la humanidad;
“en todo semejante a nosotros, menos en el pecado” (Hb 4, 15);
nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad
y, por nosotros y nuestra salvación,
nacido en estos últimos tiempos de la Virgen María,
la Madre de Dios, según la humanidad»».