Llave de David o Clave y Cetro  

es el título mesiánico del día 20 de diciembre

Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

La casa de Israel esperaba un mesías a quien Dios entregaría el poder que tuvo el rey David; esperanza que expresaba con el símbolo de las llaves: “Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; cuando él abra, nadie cerrará,cuando él cierre, nadie abrirá” (Isaías 22, 22). Estaba profetizado de ese Siervo que, abriendo los ojos a los ciegos, abriese –también- las cárceles injustas y sacase de la prisión a los que moran en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Isaías 9, 7; 42, 7; Lucas 1, 79; 4, 16-19; Mateo 4, 16).

Las llaves que abren o cierran son, como el cetro real, símbolos de potestad en beneficio del pueblo (cf. Apocalipsis 3, 7; Mateo 16, 19). Judá, el hijo de Jacob, después de haber sido comparado con un león poderoso (cf. Génesis 49, 9), escucha que “siempre tendrá en sus manosel cetro que le hace gobernante hasta que venga el verdadero rey que gobernará a todo el mundo” (Génesis 49, 10).Balaám, el adivino arameo, vaticinó: “Una estrella saldrá de Jacob; se levantará un cetro de Israel” (Números 24, 17). Ese Rey ha venido y, a pesar de las sombras, se levanta brillando como una estrella (cf. Mateo 2, 2; Juan 1, 49; Lucas 19, 38; Mateo 27, 11; Lucas 23, 38).

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