Adiós al 2022 y con Dios en 2023


Francisco de GOYA, Jesús, María, José con san Juanito (finales del s. XVIII)

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En el último día del año civil solemos rezar
el himno Te Deum
como acción de gracias a Dios:

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

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Sagrada Familia, diciembre 2022 A.D.


«Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6s);
unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento.
En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8 – 20).
La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:

La Virgen da hoy a luz al Eterno
y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.
Los ángeles y los pastores le alaban
y los magos avanzan con la estrella.
Porque Tú has nacido para nosotros,
Niño pequeño, ¡Dios eterno!

(Kontakion, de Romanos el Melódico)»

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Gaudete, Christus est natus


El hecho de regalar un buen misterio del «belén»
o un icono de la Natividad del Señor
es un anuncio «plástico» del misterio que estamos celebrando.
Una buena ocasión
es el matrimonio de familiares o amigos
o una fiesta de Reyes.

El Papa Francisco nos felcitó las pascuas
con una preciosa Carta sobre el «pesebre navideño»:
Carta <Admirabile signum>
Carta apostólica Admirabile signum del Santo Padre Francisco sobre el significado y el valor del Belén

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La estrella y los animales junto al pesebre

En el judaísmo la estrella es un símbolo del Mesías (cf. Núm. 24,17 Zac 9,9).
Este símbolo junto al signo dado por los ángeles (un niño en un pesebre) es un indicativo de la presencia divina.
No son menos importantes las figuras que aparecen flanqueando el pesebre, en todas las representaciones cristianas: los animales del establo.
El asno es la montura modesta que evoca el tiempo de los patriarcas (alianza) y los jueces: aquellos que viven bajo la Ley de Dios.
Estaba profetizado que en los días mesiánicos el buey comería paja (cf. Is 11,7).
Ambos animales reconocen el señorío divino (cf. Is 1,3).
Es la razón de que estén en nuestros belenes la estrella, el buey y el asno.

«El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3:
«El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.»
…también Habacuc 3,2:
«En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás».
Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de a Alianza que, según el Éxodo 25,18-20, indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios.
Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para «el buey y el asno», para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3,2, Éxodo 25,18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que, ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
(Benedicto XVI en su libro sobre “La infancia de Jesús”).

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Contemplando la gloria del Señor:
25 dic-1 enero

Fresco de la Natividad del Señor en la monasterio benedictino de La Piovera, Madrid

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Programa de radio sobre el canto litúrgico
del día de Navidad:

Navidad gregoriana

Como «el día de Navidad» se prolonga en una «octava»,
merece la pena escuchar estos cantos detenidamente.
Es un programa del maestro Juan Carlos Asensio,
para conocer y divulgar.
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El misterio de Cristo se actualiza en cada eucaristía
que celebra su Iglesia.
Durante estos días de Navidad
podemos asumir el compromiso
de participar en la Misa en Rito Hispano.

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«Día» de Nochebuena


HOY se lee en el martirologio:

«Conmemoración de todos los santos antepasados de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán,
es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos
y murieron en la fe sin haber recibido las promesas,
pero viéndolas de lejos y saludándolas,
de los cuales nació Cristo según la carne,
que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos».

Hoy sabréis que viene el Señor 
y mañana contemplaréis su gloria».
Estamos en la víspera del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
Esperamos con la Madre, la Virgen María:
“Ella es el templo de Dios que nos va a dar a Jesucristo”.
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Audición: Hodie scietis (Hoy sabréis)

«Hoy sabréis que viene el Señor y mañana contemplaréis su gloria»

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Rey de los pueblos / Rex Gentium


Los títulos de Cristo en la gruta de Belén (Palestina)

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«Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra».

La sexta antífona que nos prepara para las Pascuas presenta tres títulos mesiánicos.
El acróstico ERO CRAS se construye desde la primera: Rey.
Aquí, nuestro texto se inspira en la profecía de Jeremías (10,7) cuyos ecos resuenan en el libro del Apocalipsis (15, 3).
El título «Deseado de los pueblos» se encuentra también en la profecía de Ageo (2,7).
Cristo es el pontífice, el que hace un puente entre Dios y los hombres; pontífice entre los mismos hombres, con su propia carne (cf. Efesios 2, 14). Sobre la piedra angular que profetizaba Isaías (28,16) se construye el templo de su Cuerpo, la Iglesia tomada de Israel y de todas las naciones (cf. Efesios 2,14).
En la petición se confiesa que el Verbo, el Hijo del Padre, estaba actuando al inicio de la creación modelando al ser humano del limo de la tierra (cf. Génesis 2,7).
Cimentados en Él pedimos al Paráclito el don de piedad.

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