«La reforma del Calendario que tuvo lugar en 1969, por mandato del Vaticano II, dispuso las cosas de tal forma que, las memorias de los santos, no eclipsasen al tiempo propio. Lo explicó claramente Pablo VI en la carta apostólica «Mysterii Paschalis» con la cual se aprobaban las normas universales del año litúrgico y el nuevo Calendario Romano general. Para conseguir el citado objetivo, determinó trasladar de los meses habitualmente cuaresmales algunas memorias, y que las restantes pasasen a ser todas libres, celebradas únicamente a modo de conmemoración; esta es una forma ritualmente muy discreta. Veámoslo.
¿En qué consiste, pues, esta conmemoración? Por lo que respecta a la misa, solo se puede tomar la oración colecta. Todo lo demás será del propio del tiempo, así como el color litúrgico será siempre el morado o violeta, y no el blanco o el rojo del santo. (cf. Institutio del Misal, 355).
En cuanto a la Liturgia de las Horas, en el Oficio de lectura, al acabar la lectura patrística con su responsorio, se debe añadir la lectura hagiográfica – la del santo que se quiere conmemorar – con su responsorio, más la oración del santo. En Laudes y Vísperas, después de la última oración, sin la conclusión habitual, se puede añadir la antífona […] y acabar, así, con la oración del santo (cf. Institutio de la Liturgia de las Horas, 239).
Estas indicaciones revelan que, de alguna manera, se fuerza la misma celebración, y que la memoria del santo pasa a ser un añadido a la estructura normal y habitual de la acción litúrgica.
Llegados a este punto, la pregunta que nos formulamos es si, realmente, la memoria de los santos son un impedimento en nuestro camino cuaresmal o, más bien, una ayuda, y más si tenemos en cuenta que en este tiempo se recomienda iniciar las misas dominicales con la letanía de los santos en lugar del Acto penitencial (cf. Carta circular sobre las fiestas pascuales, 23; cf. Calendario-Directorio del año litúrgico 2022, de la Fundación Pere Farnés). Pedir, pues, el auxilio de los santos en vistas a nuestra conversión no parece algo inadecuado, y recordar su vida, dando gracias a Dios en la acción litúrgica, tampoco.
La interrupción frecuente de la lectura bíblica propia del tiempo sí que sería inadecuado. El Leccionario ha pensado de forma muy precisa el conjunto de lecturas para que, durante la cuaresma, se exponga con verdadera profundidad nuestra condición bautismal, y que la palabra de Dios sea el magisterio principal de nuestro camino penitencial. Por consiguiente, conservando el curso de lecturas bíblicas cuaresmales – repitámoslo – no nos parece necesaria la poda del Santoral ni unas conmemoraciones tan modestas. Al fin y al cabo, lo que celebramos siempre en la sagrada liturgia es la obra de la salvación realizada por Cristo, y en los santos vemos reflejada su gloria».
Jaume González Padrós
publicado en el semanario Cataluña Cristiana, 27 febrero 2022.