Santidad

<“Sólo tú eres santo”,
[cantamos en la liturgia hispana]
y nosotros, que queremos serlo,
participamos en la celebración de la eucaristía
para escuchar esto mismo,
que “lo santo es para los santos”.

En un mundo que no cree en lo santo
ni en poder ir hacia ello,
nosotros confesamos
que hay un Señor que nos ofrece
constantemente su santidad y su luz.

En un mundo que vive alejado de Dios y sin paz,
nosotros vivimos confesando que Dios se acerca a nosotros
en su perfecta humanidad
para entregarnos su perfecta divinidad
y la comunión con Dios.>

P. Diego Figueroa Soler
Presidente de Gothia

Cuerpo y Sangre de Xto.

Columba eucarística

Oh Dios Padre,
esta es la víctima santa y saludable,
que reconcilió al mundo contigo.
Este cuerpo es el que colgó de la cruz.
Esta sangre es la que manó abundante de su costado.

Por tanto, dando gracias por tu gran amor,
porque nos redimiste con la muerte de tu Hijo
y nos has salvado con su resurrección,
humildemente te rogamos, Dios de bondad,
que hagas descender sobre estas ofrendas
la bendición de tu Espíritu Santo
y santifiques las almas de quienes participarán de ellas,
para que, purificados de la mancha de las culpas,
podamos alegramos sin medida en este día de la resurrección.
R/. Amén.

(PP Hispano Mozárabe)

El signo de la Cruz

Es una práctica, que debería ser habitual, hacer la señal de la Cruz cuando se comienza a rezar, a comer, entra en la iglesia o un cementerio, cuando empezamos una tarea, y cuando salimos de viaje en coche, tren, avión, bus, etc. Al entrar en la iglesia hacemos el signo de la cruz por respeto del lugar santo; en el caso del cementerio, es una oración de intercesión por los que nos dejaron; y, al inicio de cualquier tarea o viaje trazamos el signo de la Santa Cruz pidiendo la bendición de Dios. Ante cualquier tentación es un petición de protección; al comienzo del día –la cruz sobre los labios- es la gran petición al Espíritu Santo.

La oración hacia Oriente en las costumbres hispanas

En el <Orden para celebrar un concilio>
después de la oración Adsumus, una rúbrica dice:

<Después de la alocución del concilio,
con la que el metropolitano suele hablar al sínodo universal,
inmediatamente entrará el Rey con sus dignatarios en la reunión,
y, rodeado de la corona de los sacerdotes,
vuelto al altar, hará una oración postrado en tierra.
Levantándose, hablará a la reunión sinodal y
se encomendará a las preces de los sacerdotes…
después, dirá el diácono:
“Oremos”.
Entonces vuelto el Rey hacia Oriente,
se arrodillarán todos los sacerdotes… >

Cf.  J. Tejada y Ramiro,
Colección de cánones de la Iglesia española,
vol. 2, Madrid 1850, 7-17.

Ante la fiesta del Corpus

Leemos diariamente la Sagrada Escritura.
Hemos de difundir la Palabra de Dios escrita.
La tradición ha sido custodiada por la Iglesia.
Hemos, pues, de comprar y regalar versiones bíblicas
que transmitan lo que Dios ha revelado y la Iglesia enseña.
Circula una traducción de la Biblia que no refleja el texto original. 
Ponemos, por la cercanía de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo,
un ejemplo sobre el tema.

La BJ (Biblia de Jerusalem) que es una buena traducción ofrece una versión:

Lucas 22, 19:20 (cf. Mateo 26,26:28; Marcos 14, 22:24; 1 Corintios 11, 23:25)

(B.J): «Tomó luego el pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dió diciendo: ‘Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros, haced esto en recuerdo mío’. De igual modo, después de cenar, la copa diciendo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros»

Sigue leyendo

Santísima Trinidad

Confesamos la fe 
en la santa e indivisible Trinidad

Gothia Campus, Los Negrales, Madrid 2016

<Santo y bendito es en verdad
nuestro Señor Jesucristo,
que, apiadándose de su Madre santísima,
procuró un guardián virgen
a la virginal pureza
de aquélla que es celebrada
en la tierra por los hombres
pero a quien los ángeles
celebran aún más en el cielo.
Ella que engendró
siendo consciente de los misterios divinos,
no ignorando el mal,
consolaba a los apóstoles en sus amarguras,
y revelaba a los discípulos
los secretos espirituales de su Hijo.
De ella manaba una oración
más dulce que la miel,
en la cual cooperaba
con la Madre del Señor
la magnanimidad de su Hijo,
que vive y todo lo gobierna con el Padre y el Espíritu Santo,
Cristo Señor y Redentor eterno>.

(Misa Moz del común de Santa María)