La resurrección del Mesías


<Hermanos, permitidme deciros con toda franqueza
que el patriarca David murió y fue sepultado,
y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy.
Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado
que un descendiente suyo se sentaría en su trono.
Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías,
cuando dijo que no fue entregado al Abismo
ni su cuerpo sufrió la corrupción.
A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.»
(Act 2,32)

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El árbol de la Vida aparece en el libro del Génesis y en el Apocalipsis

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Junto al Sepulcro, con la Iglesia orante


“El Sábado santo se caracteriza por un profundo silencio.
Las iglesias están desnudas…
Los creyentes, mientras aguardan el gran acontecimiento de la Resurrección,
perseveran con María en la espera, rezando y meditando.


En efecto, hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana,
en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien
que brota de la pasión y de la resurrección del Señor.

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Viernes del perdón


El Viernes santo es el día en que se conmemora la pasión, crucifixión y muerte de Jesús.
En este día, la liturgia de la Iglesia no prevé la celebración de la santa misa, pero la asamblea cristiana se reúne para meditar en el gran misterio del mal y del pecado que oprimen a la humanidad, para recordar, a la luz de la palabra de Dios y con la ayuda de conmovedores gestos litúrgicos, los sufrimientos del Señor que expían este mal.

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Algunas oraciones eucarísticas del Jueves Santo:
día el amor fraterno


Para orar despacio con la tradición eucarística hispana:

Es digno y justo, Señor, Padre nuestro, Dios todopoderoso y eterno,
que te demos gracias a ti y a Jesucristo, tu Hijo.
Su humanidad nos ha recogido, su humildad nos ha levantado,
nos absuelve al ser traicionado, nos redime con su pasión,
su cruz nos salva, su sangre nos lava, su carne nos alimenta.
Él se entregó hoy por nosotros y deshizo los lazos de nuestra culpa.
Él para ponderar ante sus fieles la munificencia de su bondad y su humildad,
no desdeñó lavar los pies del traidor,
que ya tenía sus manos manchadas por el crimen.
¿Qué tiene de extraño que dejara sus vestiduras,
cuando cercano a la muerte,
cumple voluntariamente una misión propia de siervo,
si se despojó a sí mismo de su categoría divina?
¿Qué tiene de extraño que se ciña con una toalla,
quien, al asumir la condición de siervo,
apareció revestido de humanidad?
¿Qué tiene de extraño que eche agua en una palangana
para lavar los pies a sus discípulos,
quien derramó su sangre sobre la tierra
para lavar las inmundicias de los pecados?
¿Qué tiene de extraño que enjugara los pies que había lavado
con la toalla que le ceñía,
el que con el cuerpo de que estaba revestido
disipó las dudas de los evangelistas?
Y para ceñirse con la toalla, dejó los vestidos que llevaba,
pero para adoptar la condición de siervo;
al aniquilarse a sí mismo, no dejó lo que tenía,
sino que aceptó lo que no tenía.
Fue despojado de sus vestiduras para ser crucificado
y envuelto en unos lienzos para ser enterrado.
Toda su pasión resultó purificación para los que creen en él.
Pues, al padecer, presenta su muerte como una ofrenda,
no sólo para aquellos por los que vino a sufrir la muerte,
sino también para aquel que había de entregarle a la muerte.

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Preparando la Pascua: el «Regina caeli»


<Durante el tiempo pascual, por disposición del Papa Benedicto XIV (20 de abril de 1742),
en lugar del Ángelus Domini se recita la célebre antífona Regina caeli.
Esta antífona, que se remonta probablemente al siglo X-XI,
asocia de una manera feliz el misterio de la encarnación del Verbo (el Señor, a quien has merecido llevar)
con el acontecimiento pascual (resucitó, según su palabra),
mientras que la «invitación a la alegría» (Alégrate)
que la comunidad eclesial dirige a la Madre por la resurrección del Hijo,
remite y depende de la «invitación a la alegría» («Alégrate, llena de gracia»: Lc 1,28)
que Gabriel dirigió a la humilde Sierva del Señor, llamada a ser la madre del Mesías salvador.
Como se ha sugerido para el Ángelus,
será conveniente a veces solemnizar el Regina caeli,
además de cantar la antífona,
mediante la proclamación del evangelio de la Resurrección>.
(San Pablo VI, Marialis Cultus, n. 196).

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Pasión de los cristianos 2023


«Uno de cada siete cristianos sufre hoy persecución».
Así lo afirmó el nuncio apostólico monseñor Fortunatus Nwachukwu, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, en su discurso pronunciado en Ginebra, en la 52ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Citando las palabras del Santo Padre, el arzobispo dijo:
“La paz exige también el reconocimiento universal de la libertad religiosa. Es preocupante que se persiga a personas por el mero hecho de profesar públicamente su fe y que en muchos países se restrinja la libertad religiosa. Cerca de un tercio de la población mundial vive en estas condiciones”

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Viajes culturales y peregrinaciones
El Berrueco (Madrid)
ERMITA DE SANTA MARÍA DE VALCAMINO

Acceso:

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¡Llega el Rey y Salvador!


¡Hosanna al Hijo de David!
Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel.
¡Hosanna en las alturas!
(Mt 21,9)


Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos,
envió a dos de sus discípulos…
llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos,
lo hicieron montar.
Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.
Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos,
todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz,
por todos los milagros que habían visto.
Y decían:
“¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor!
¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”.
(Lc 19,28ss)

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Las Letanías de la Virgen

<Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el Magisterio, están las Letanías. Consisten en una prolongada serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica.
Las invocaciones, generalmente muy breves, constan de dos partes:
la primera de alabanza («Virgo Clemens»),
la segunda de súplica («ora pro nobis»).
En los libros litúrgicos del Rito Romano hay dos formularios de letanías:
las Letanías lauretanas, por las que los Romanos Pontífices han mostrado siempre su estima;
las Letanías para el rito de coronación de una imagen de la Virgen María, que en algunas ocasiones pueden constituir una alternativa válida al formulario lauretano.
No sería útil, desde el punto de vista pastoral, una proliferación de formularios de letanías; por otra parte, una limitación excesiva no tendría suficientemente en cuenta las riquezas de algunas Iglesias locales o familias religiosas.
Por ello, la Congregación para el Culto Divino ha exhortado a «tomar en consideración otros formularios antiguos o nuevos en uso en las Iglesias locales o Institutos religiosos, que resulten notables por su solidez estructural y la belleza de sus invocaciones». Esta exhortación se refiere, evidentemente, a ámbitos locales o comunitarios bien precisos.
Como consecuencia de la prescripción del Papa León XIII de concluir, durante el mes de octubre, la recitación del Rosario con el canto de las Letanías lauretanas, se creó en muchos fieles la convicción errónea de que las Letanías eran como una especie de apéndice del Rosario.
En realidad, las Letanías son un acto de culto por sí mismas:
pueden ser el elemento fundamental de un homenaje a la Virgen,
pueden ser un canto procesional, formar parte de una celebración de la Palabra de Dios o de otras estructuras cultuales>.
(San Pablo VI, Marialis Cultus, n. 203)

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