Celebración comunitaria de la penitencia y oración por la paz


El tiempo de Cuaresma tiene una doble dimensión:
catecumenal y penitencial.
Hemos visto la primera dimensión
en los domingos III, IV y V,
con los temas del agua, la luz y la vida.
Ahora, como cada viernes,
subrayamos la misericordia divina
que acompaña la penitencia humana.
Conviene, en este tiempo santo, acercarse al sacramento de la Penitencia
para recibir la gracia del perdón y la reconciliación.
En la parroquia de la Concepción, este viernes día 31 de marzo,
se celebra comunitariamente el Sacramento del perdón
con confesión y absolución individual (19’30 h.).
Podemos acudir a la celebración
y pedir al Espíritu el don de la paz.

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La liturgia hispana en el Concilio Vaticano II (J. Bohajar)


Celebración de la misa Caput anni en la Colegiata de san Isidro de Madrid, 2 en. ’23

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«De acuerdo con lo prescrito por el Ordo ad Synodum del pontifical romano para la celebración de los concilios, los padres del Vaticano II invocaron al Espíritu Santo con la oración Adsumus en cada congregación general antes de comenzar las deliberaciones. Esta invocación fue compuesta por san Isidoro de Sevilla, con toda probabilidad a raíz del concilio IV de Toledo (a. 633), para los sínodos de las iglesias hispanas.

La eucaristía que abrió la 48 congregación general [del Concilio], el día 15 de octubre, festividad de santa Teresa de Jesús, del año 1963, correspondió a la liturgia hispana y fue celebrada con el formulario llamado mozárabe de la misa Pro episcopis (1). Los padres siguieron con expectación su desarrollo. Especial interés revistió, por razones histórico-litúrgicas, para el grupo germano e inglés; pero sobre todo para la parte más numerosa del aula, los obispos hispánicos, por tradición eclesial y de evangelización, por unidad de lengua y de cultura. Una sensibilidad particular mostraron los actuales obispos «mozárabes» provenientes de las probadas iglesias del norte de África, Oriente Medio y Este europeo.

La presencia viva de la liturgia hispana en el contexto de la elaboración de la constitución Sacrosanctum concilium tenía una gran trascendencia para el presente y el porvenir de la antigua liturgia de España.

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Los santos durante la Cuaresma

«La reforma del Calendario que tuvo lugar en 1969, por mandato del Vaticano II, dispuso las cosas de tal forma que, las memorias de los santos, no eclipsasen al tiempo propio. Lo explicó claramente Pablo VI en la carta apostólica «Mysterii Paschalis» con la cual se aprobaban las normas universales del año litúrgico y el nuevo Calendario Romano general. Para conseguir el citado objetivo, determinó trasladar de los meses habitualmente cuaresmales algunas memorias, y que las restantes pasasen a ser todas libres, celebradas únicamente a modo de conmemoración; esta es una forma ritualmente muy discreta. Veámoslo.

¿En qué consiste, pues, esta conmemoración? Por lo que respecta a la misa, solo se puede tomar la oración colecta. Todo lo demás será del propio del tiempo, así como el color litúrgico será siempre el morado o violeta, y no el blanco o el rojo del santo. (cf. Institutio del Misal, 355).
En cuanto a la Liturgia de las Horas, en el Oficio de lectura, al acabar la lectura patrística con su responsorio, se debe añadir la lectura hagiográfica – la del santo que se quiere conmemorar – con su responsorio, más la oración del santo. En Laudes y Vísperas, después de la última oración, sin la conclusión habitual, se puede añadir la antífona […] y acabar, así, con la oración del santo (cf. Institutio de la Liturgia de las Horas, 239).

Estas indicaciones revelan que, de alguna manera, se fuerza la misma celebración, y que la memoria del santo pasa a ser un añadido a la estructura normal y habitual de la acción litúrgica.

Llegados a este punto, la pregunta que nos formulamos es si, realmente, la memoria de los santos son un impedimento en nuestro camino cuaresmal o, más bien, una ayuda, y más si tenemos en cuenta que en este tiempo se recomienda iniciar las misas dominicales con la letanía de los santos en lugar del Acto penitencial (cf. Carta circular sobre las fiestas pascuales, 23; cf. Calendario-Directorio del año litúrgico 2022, de la Fundación Pere Farnés). Pedir, pues, el auxilio de los santos en vistas a nuestra conversión no parece algo inadecuado, y recordar su vida, dando gracias a Dios en la acción litúrgica, tampoco.

La interrupción frecuente de la lectura bíblica propia del tiempo sí que sería inadecuado. El Leccionario ha pensado de forma muy precisa el conjunto de lecturas para que, durante la cuaresma, se exponga con verdadera profundidad nuestra condición bautismal, y que la palabra de Dios sea el magisterio principal de nuestro camino penitencial. Por consiguiente, conservando el curso de lecturas bíblicas cuaresmales – repitámoslo – no nos parece necesaria la poda del Santoral ni unas conmemoraciones tan modestas. Al fin y al cabo, lo que celebramos siempre en la sagrada liturgia es la obra de la salvación realizada por Cristo, y en los santos vemos reflejada su gloria».
Jaume González Padrós
publicado en el semanario Cataluña Cristiana, 27 febrero 2022.

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Lágrimas de Cristo


En este V domingo de Cuaresma del año A
recordamos las lágrimas del Señor
ante la muerte de Lázaro,
el hermano de Marta y María.
La resurrección del amigo de Betania
manifiesta su poder sobre el pacado y la muerte.
Para rezar cada día en las últimas semanas de la Cuaresma:
Oramos con la liturgia gotho-hispana:

Buen Jesús, creador amable y admirable,
acepta el sacrificio de tus siervos.
Tú que concediste a Lázaro que saliera del sepulcro al oír tu voz,
concédenos que, al oírte con nuestro oído interior,
nos levantemos por tu gracia de la hondura de nuestro propio pecado.
Así, la oración con que nos enseñaste a orar al Padre desde esta tierra
y ahora pronunciamos en tu presencia con toda fidelidad,
nos haga experimentar la alegría de sentir
cómo nos otorgas lo que pedimos gracias a tu enseñanza:
Padrenuestro…

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Encarnación del Señor 2013 A.D.


Madre del Redentor,
Virgen fecunda…
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y muestra la misericordia a los pecadores.

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Antiguos calendarios cristianos celebraban en este mismo día
la creación del MUNDO,
la creación del HOMBRE,
la Encarnación y la Muerte del SEÑOR.
Para aquellos creyentes Jesús, el hombre nuevo, el primogénito de la creación,
fue concebido en el mismo día del año en que moriría (el 25 de marzo).
Su nacimiento se celebraría 9 meses más tarde (el 25 de diciembre).
Según esto primero se habría celebrado el 25 de marzo y, posteriormente, la Navidad el 25 dic. (en torno al 336). Otras Iglesias optaron por subrayar la fecha del seis de enero. La cercanía con el solsticio de invierno y la fiesta romana del «Natalis solis invicti» permitieron la comparación simbólica con Cristo, Oriente, Sol que nace de lo alto.
Los cristianos celebraron primero la Pascua con un ritmo semanal (domingo),
después la Pascua anual (en fecha fija o móvil, dependiendo de lugares y tiempos)
y, después, otras fiestas:
dependiendo de la fecha Pascua (cuaresmales o pascuales) o independientes de ella,
pero siempre como expresión de su misterio (María y los santos).
Las costumbres visigóticas de anunciar la Pascua el día seis de enero
o de celebrar la Encarnación ocho días antes de Navidad (18 dic) tienen una gran profundidad teológica.
Son tradiciones que hemos de guardar y difundir.

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Miércoles de Cuaresma:
practicando la misericordia


Cuaresma es un tiempo adecuado para escuchar más abundantemente
la palabra de Dios:
Los Padres del Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium,
establecieron que la «mesa de la Palabra» abriera más ampliamente los tesoros de la Escritura a los fieles. Por eso permitieron que la Celebración litúrgica, especialmente las lecturas bíblicas, se hiciera en una lengua conocida por todos.
Es Cristo mismo quien habla cuando en la Iglesia se lee la Escritura. Al mismo tiempo, recomendaron encarecidamente la homilía como parte de la Liturgia misma, destinada a ilustrar la Palabra de Dios y actualizarla para la vida cristiana.
[Pero] no basta que los fragmentos bíblicos se proclamen en una lengua conocida si la proclamación no se hace con el cuidado, preparación previa, escucha devota y silencio meditativo, tan necesarios para que la Palabra de Dios toque la vida y la ilumine
(Mane nobiscum Domine, 13).

Celebración en Rito Hispano (10 oct 2015)

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