Mira a Jesús:
el único Santo

«Por mucho que busques el sacerdote impecable,
la comunidad perfecta, no lo encontrarás…
como tampoco encontrarás el matrimonio modélico o el hijo ideal.
En la Iglesia no se entra en un partido
donde se empieza a juzgar y a dividir la justicia.
En la Iglesia estás en un barco de enfermos
que han sido rescatados del mar.
No somos santos.
Ni el sacerdote ni el laico,
todos tenemos nuestras debilidades y nuestras flaquezas,
pero queremos quedarnos aquí hasta el final,
porque nos hemos asumido mutuamente
y queremos llevar esta obra hasta el final,
con amor y paciencia, hasta hacernos santos.
En todo momento, estemos donde estemos,
tendremos un Trabajo Interior que realizar,
tendremos que enfrentarnos a la vida y a las personas que nos rodean.
Si ves en un hombre una caída, una pasión, no te alejes de él,
no hay que rechazar a las personas.
Es un fracaso total de un mensaje crístico
tener la insensata pretensión de que las personas sean impecables,
que estén libres de culpa.
Cuando juzgas,
cuando refunfuñas contra los demás, de la mañana a la noche,
cuando consideras a los demás continuamente culpables de tu infelicidad,
tu evolución espiritual se ha cerrado.
Date cuenta de que estamos ante el Ser más poderoso del Universo
y ante el más allá.
Mira a Jesús,
a su forma de vivir,
de pensar,
de comer,
de respirar…
deja que te llene de su alegría».

Sofronio el Atonita de Essex (+1993)

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La liturgia nos enseña a mirar a Cristo.
Hoy podemos experimentarlo
en la celebración vespertina
de la Eucaristía en Rito Gotho-hispano (19 h.).

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