Miramos hacia Oriente al comenzar el invierno


La luz de Cristo (Oriens) ilumina e iluminará,
porque El que nace, aunque pase por el valle de la muerte,
brilla sereno para el linaje humano.

Hoy cantamos:

<Oh radiante amanecer del Oriente,
esplendor de la luz eterna, Sol de justicia:
ven, brilla en aquellos que viven en la oscuridad
y en sombras de muerte>.

Y pedimos al Espíritu el don de la iluminación,
el don de ciencia.

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¡Libra a los cautivos, Llave de David! 


Hoy, una vez más en este Adviento,
se proclama la lectura evangélica
de la Anunciación a María.

Para la ORACIÓN:

Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.

La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.

Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.

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18 diciembre:
Santa María de la Esperanza


Nos unimos a todos los que piden al Espíritu,
en este tiempo de Adviento,
la virtud de la esperanza.
Lo hacemos con esta versión
del himno mariano: Ave maris, Stella.

Salve estrella del mar,
Santa Madre del Verbo,
Salve perpetua Virgen,
Puerta feliz del cielo.

Tu que oíste aquel Ave
de la boca arcangélica,
danos la paz más firme
cambiando el nombre de Eva.

Liberta a los cautivos,
cura los ciegos ojos,
aleja nuestros males,
danos los bienes todos.

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Domingo de Adviento: 17 diciembre


El Precursor / Goya

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El Adviento nos habla en la liturgia de hoy -una vez más- con otra figura que retorna continuamente en Adviento. Es Juan, hijo de Zacarías e Isabel, el cual predicaba en las orillas del Jordán.

He aquí el testimonio de Juan. ¡Ante todo de sí mismo! «¿Eres tú Elías? —No lo soy. —¿Eres tú el Profeta? —No. ¿Quién eres?— —Yo soy la voz que grita en el desierto».
Juan es voz. Ha dicho admirablemente San Agustín: «Juan es la voz, pero el Señor (Jesús) es la Palabra que existe desde el principio. Juan era una voz provisional, Cristo desde el principio era la Palabra eterna. Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón…» (Sermo 293, 3; PL 38, 1328). Así, pues, Juan no es el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Y, sin embargo, predica y bautiza.

«Entonces, ¿por qué bautizas?», preguntan los enviados de Jerusalén. Esta era la causa principal de su inquietud. Juan predicaba repitiendo las palabras de Isaías: «Allanad el camino del Señor», y el bautismo que recibían sus oyentes era el signo de que las palabras llegaban a ellos y provocaban su conversión; los enviados de Jerusalén preguntan, pues: «¿Por qué bautizas?» (Jn 1, 25).

Juan responde: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia» (Jn 1. 26 s).

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Ferias mayores del Adviento


Las antífonas de Adviento,
también conocidas como “Antífonas mayores” o “Antífonas de la Oh”
(por la admiración con la que inicia el título de Cristo)
anuncian siete nombres del Mesías profetizados en el Antiguo Testamento.

Estas antífonas se cantan o recitan en el Oficio vespertino o Vísperas
desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre.
También, pueden ser cantadas o recitadas
como aclamación a la proclamación del Evangelio en la Misa
de los días de semana entre el 17 y el 23 de diciembre.

Sobre las antífonas de la Oh:
Antífonas de la Oh

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La Nueva Era y la fe católica

<Aun cuando se pueda admitir que la religiosidad de la Nueva Era en cierto modo responde al legítimo anhelo espiritual de la naturaleza humana, es preciso reconocer que tales intentos se oponen a la revelación cristiana. En la cultura occidental en particular, es muy fuerte el atractivo de los enfoques «alternativos» a la espiritualidad. Por otra parte, entre los católicos mismos, incluso en casas de retiro, seminarios y centros de formación para religiosos, se han popularizado nuevas formas de afirmación psicológica del individuo. Al mismo tiempo, hay una nostalgia y una curiosidad crecientes por la sabiduría y los rituales de antaño, lo cual explica en parte el notable aumento de la popularidad del esoterismo y del gnosticismo. Muchos se sienten especialmente atraídos por lo que se conoce –correctamente o no– como «espiritualidad» celta, o por las religiones de los pueblos antiguos. Los libros y cursos sobre espiritualidad o sobre religiones antiguas u orientales son un negocio floreciente y con frecuencia reciben el apelativo de «Nueva Era» por razones de carácter comercial. Pero los vínculos con dichas religiones no siempre están claros. De hecho, con frecuencia se niegan.

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La vocación del cristiano

“Es necesario que el cristiano comprenda que su vocación es precisamente la de negarse a dejar que se reduzca el destino del hombre a su sola realización temporal, en primer lugar, y la de querer salvar lo que, de eterno, hay en él. El cristiano debe asumir la condición del hombre en toda su profundidad. El cristiano debe ser el hombre de la contemplación, y si no es hombre de contemplación ya no es cristiano. Si no se sumerge, por medio de las más profundas raíces de su ser, en el mundo de la Trinidad, si no penetra en la tiniebla luminosa y si no quiere, como Pedro, Santiago y Juan, plantar su tienda en el Tabor, no es un verdadero cristiano. No se debe hacer consistir el cristianismo, ante todo, en una acción social, externa. Estamos llamados a vivir en la intimidad de las Personas divinas y hay toda una parte de nosotros mismos que está reservada a esta familiaridad con Dios: aquí se encuentra la plenitud de nuestra dignidad más profunda. Nadie puede llamarse hijo de Dios y desconocer esta realidad, como lo hacen tantos cristianos en la actualidad, diciendo: ante todo, es preciso que el cristiano actúe con eficacia en medio de la sociedad.

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Domingo de Adviento: Marana-thá / maran-atha 


Coro <Ubi sunt> (Mérida, Extremadura)

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Son dos expresiones en arameo, lengua hablada por Jesucristo y por los primeros cristianos.
Marana-thá es una invocación: ¡Oh Señor! ¡Ven!
Expresa el deseo de que Cristo se haga presente:
«El que da testimonio de estas cosas dice:
Ciertamente vengo en breve. Amén;
sí, ven, Señor Jesús».
(Apocalipsis 22,20)

Maran-atha sería ¡El Señor viene!
Sería, entonces, una confesión de fe en la segunda venida de Cristo. Expresa una actitud de esperanza y de atención en la vida cristiana
(Cf. 1 Corintios 16,22)

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