Acuérdate… 

Con esta sentencia,
la venerable tradición hispano-mozárabe
nos ayuda a no caer en el olvido de lo fundamental:
<Acuérdate de Jesucristo…> (2 Tim 2, 8).
Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13,1ss)
y lo mostró con su Gloriosa Pasión (muerte y Resurrección).
Meditar en silencio ese amor y esa entrega es el objeto de estos días cuaresmales.
Un propósito de esta Cuaresma -para toda nuestra vida- es custodiar más en silencio en la iglesia:
dejando espacios para los hermanos que quieren orar
y aprovechando el atrio para el encuentro y saludos.
Al concluir cada celebración de estos días de Cuaresma
conviene permanecer un rato en silencio -en nuestro lugar-
para rumiar en silencio la celebración comunitaria.

 

Martes: Misa Mozárabe 

En Cuaresma el Rito Hispano suele proponer como canto de Comunión
versículos del capítulo sexto del Evangelio de san Juan.
Merece la pena volver a leerlo despacio.
¿Nuestro alimento es la Palabra de Dios?
¿Es hacer la voluntad del Padre?
Podemos pedir esta gracia en el culto de hoy, martes 9 de abril.

 

La ofrenda de Cristo y la nuestra

Lo que Cristo hace en el Cenáculo es tan sencillo y, a la vez, tan maravilloso y sublime, que nuestro entendimiento no lo puede comprender. Cristo toma pan y vino, pronuncia la bendición de la mesa y distribuye uno y otro entre los comensales. Exteriormente, sus gestos no se diferencian gran cosa de los de cualquier cabeza de familia israelita. Pero en realidad, por la virtud de su omnipotente palabra, que ejecuta lo que ordena, lleva a cabo una acción distinta, oculta e invisible. Al pronunciar sobre los dones de su creación su palabra omnipotente, convierte el sencillo rito judío de la mesa en un sagrado misterio, el misterio pascual de la Nueva Alianza. Parte el pan y, con el cuchillo de su palabra, sacrifica su propio cuerpo como cordero pascual. Bendice el cáliz y exprime su sangre vivificadora, que mana y se vierte dentro del cáliz hasta llenarlo.

Hna. Theofora Schneider,
Introducción a “Nuestra Pascua”

Comenzando la quinta semana de la Cuaresma

 

Jesús va de Betania a Jerusalén y después de la oración, de madrugada, va al templo. Le traen a una mujer sorprendida en flagrante adulterio.

 Todos contra ella menos Jesús que siempre acoge y perdona. Nadie la mira. No les interesa nada de lo que hay en su corazón.

Le preguntan, para que se “moje”, sobre el pecado que Moisés, citando la Ley, manda apedrear.

Los fariseos quieren, a toda costa, sin escucharla y sin mirarla, comenzar a tirar piedras.

Jesús calla y escribe sobre la arena.

Tres son las actitudes que tiene Jesús como contestación al pecado del mundo.

Sigue leyendo

Bautismo y Eucaristía

“Todos los sacramentos son <sacramenta paschalia>, es decir, acciones sagradas de culto que nos permiten participar en la muerte y resurrección del Señor. Tan esencialmente son misterios pascuales estos dos sacramentos, que en la antigua Iglesia eran administrados durante la noche de Pascua, es decir, dentro de la celebración litúrgica pascual. Todavía hoy queda dentro de la vigilia pascual la bendición solemne de la pila bautismal (y renovación de las promesas del bautismo), y si es cierto que los Santos Oleos fueron consagrados ya el Jueves santo, dicha acción sagrada está, estrechamente relacionada con el acontecimiento  pascual”.

Hna. Theofora Schneider,
Introducción a “Nuestra Pascua”

Se acerca la Pascua

De nuevo, Pascua…

“Pero, ¿cómo es posible todo esto? ¿No pasó ya, para no poder repetirse, la muerte de Cristo? ¿Cómo puede su Pascua ser nuestra Pascua?

En el orden de la naturaleza y en el ámbito de la historia, ciertamente sí, la Pascua de nuestro Señor tuvo lugar una vez y acabó para siempre. En el tiempo, la muerte de Cristo no puede repetirse. Corporal y materialmente nuestro Señor no vuelve a derramar su sangre en la cruz. Y, sin embargo, la sangre del Cordero, que un día fluyera en la cruz, sigue fluyendo también hoy; a través de todos los siglos, Cristo repite su marcha al Padre, su Pascua es, como enseñan los Santos Padres, una realidad perenne. Pero esta constante presencia de la Pascua es de distinto tipo de aquella realidad histórica y cruenta de la Cruz. La Pascua de Cristo es para nosotros una realidad presente, como lo fue ya, antes de la muerte cruenta en la cruz sobre el Gólgota, en el cenáculo, cuando Cristo dio cumplimiento a la Passah [Pascua] judía y festejó con los discípulos su “paso” de este mundo al Padre como Pascua de la Nueva Alianza.

Subiendo con Cristo hacia la Pascua

Este texto oracional de nuestra liturgia hispana
nos ofrece una preciosa clave sobre nuestro Señor y Maestro:
<se abajó>.
La lectura tranquila del párrafo se puede convertir en oración sencilla.
¡Ojalá el Espíritu transforme nuestra vida
en esta ascensión hacia el Triduo Pascual!

 

Tiempo penitencial

El tiempo de Cuaresma conserva su carácter penitencial. La virtud de la penitencia y su práctica son siempre elementos necesarios de la preparación pascual: la práctica externa de la penitencia, tanto de los individuos como de toda la comunidad ha de ser el resultado de la conversión del corazón. Esta práctica, si bien debe acomodarse a las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo, sin embargo no puede prescindir del espíritu de la penitencia evangélica, y ha de orientarse también al bien de los hermanos.

Hoy, martes, 2 de abril, nos encontramos a las 19h en la Basílica de la Concepción.

En la celebración pedimos el Espíritu de paz.

Ofrecemos la misa por los hermanos para que todos dejemos entrar a Dios en nuestras vidas.