Archivo por meses: abril 2019
Martes: Misa Mozárabe
La ofrenda de Cristo y la nuestra
Lo que Cristo hace en el Cenáculo es tan sencillo y, a la vez, tan maravilloso y sublime, que nuestro entendimiento no lo puede comprender. Cristo toma pan y vino, pronuncia la bendición de la mesa y distribuye uno y otro entre los comensales. Exteriormente, sus gestos no se diferencian gran cosa de los de cualquier cabeza de familia israelita. Pero en realidad, por la virtud de su omnipotente palabra, que ejecuta lo que ordena, lleva a cabo una acción distinta, oculta e invisible. Al pronunciar sobre los dones de su creación su palabra omnipotente, convierte el sencillo rito judío de la mesa en un sagrado misterio, el misterio pascual de la Nueva Alianza. Parte el pan y, con el cuchillo de su palabra, sacrifica su propio cuerpo como cordero pascual. Bendice el cáliz y exprime su sangre vivificadora, que mana y se vierte dentro del cáliz hasta llenarlo.
Hna. Theofora Schneider,
Introducción a “Nuestra Pascua”
Comenzando la quinta semana de la Cuaresma
Jesús va de Betania a Jerusalén y después de la oración, de madrugada, va al templo. Le traen a una mujer sorprendida en flagrante adulterio.
Todos contra ella menos Jesús que siempre acoge y perdona. Nadie la mira. No les interesa nada de lo que hay en su corazón.
Le preguntan, para que se “moje”, sobre el pecado que Moisés, citando la Ley, manda apedrear.
Los fariseos quieren, a toda costa, sin escucharla y sin mirarla, comenzar a tirar piedras.
Jesús calla y escribe sobre la arena.
Tres son las actitudes que tiene Jesús como contestación al pecado del mundo.
Bautismo y Eucaristía
“Todos los sacramentos son <sacramenta paschalia>, es decir, acciones sagradas de culto que nos permiten participar en la muerte y resurrección del Señor. Tan esencialmente son misterios pascuales estos dos sacramentos, que en la antigua Iglesia eran administrados durante la noche de Pascua, es decir, dentro de la celebración litúrgica pascual. Todavía hoy queda dentro de la vigilia pascual la bendición solemne de la pila bautismal (y renovación de las promesas del bautismo), y si es cierto que los Santos Oleos fueron consagrados ya el Jueves santo, dicha acción sagrada está, estrechamente relacionada con el acontecimiento pascual”.
Hna. Theofora Schneider,
Introducción a “Nuestra Pascua”
Se acerca la Pascua
De nuevo, Pascua…
“Pero, ¿cómo es posible todo esto? ¿No pasó ya, para no poder repetirse, la muerte de Cristo? ¿Cómo puede su Pascua ser nuestra Pascua?
En el orden de la naturaleza y en el ámbito de la historia, ciertamente sí, la Pascua de nuestro Señor tuvo lugar una vez y acabó para siempre. En el tiempo, la muerte de Cristo no puede repetirse. Corporal y materialmente nuestro Señor no vuelve a derramar su sangre en la cruz. Y, sin embargo, la sangre del Cordero, que un día fluyera en la cruz, sigue fluyendo también hoy; a través de todos los siglos, Cristo repite su marcha al Padre, su Pascua es, como enseñan los Santos Padres, una realidad perenne. Pero esta constante presencia de la Pascua es de distinto tipo de aquella realidad histórica y cruenta de la Cruz. La Pascua de Cristo es para nosotros una realidad presente, como lo fue ya, antes de la muerte cruenta en la cruz sobre el Gólgota, en el cenáculo, cuando Cristo dio cumplimiento a la Passah [Pascua] judía y festejó con los discípulos su “paso” de este mundo al Padre como Pascua de la Nueva Alianza.
Ayunando soy más de los demás…
Subiendo con Cristo hacia la Pascua
Formación permanente
Tiempo penitencial
El tiempo de Cuaresma conserva su carácter penitencial. La virtud de la penitencia y su práctica son siempre elementos necesarios de la preparación pascual: la práctica externa de la penitencia, tanto de los individuos como de toda la comunidad ha de ser el resultado de la conversión del corazón. Esta práctica, si bien debe acomodarse a las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo, sin embargo no puede prescindir del espíritu de la penitencia evangélica, y ha de orientarse también al bien de los hermanos.
Hoy, martes, 2 de abril, nos encontramos a las 19h en la Basílica de la Concepción.
En la celebración pedimos el Espíritu de paz.
Ofrecemos la misa por los hermanos para que todos dejemos entrar a Dios en nuestras vidas.